El corazón que desde hace años se incrustó entre mis costillas se ha convertido en un terrorista. Revolucionario que me ataca por las noches con cócteles molotov rociados de sentimientos, impregna mi mente de ideas bañadas en napalm que hacen que mis neuronas se consuman en estos días en un agónico deseo.
Traza barricadas sombre mi alma, para que la cordura no disuelva a cañonazos su anárquica revolución. La razón acabó saltando por los aires, con las bombas que colocó en mi ser en está madrugada; la metralla se me clavó en los ojos y cegó la poca coherencia que todavía habitaba mi ser.
Y malherido por tan sangrienta sublevación, me arrodillé ante el nuevo régimen que se me avecina y que por fuerza se me ha impuesto.