La noche promiscua, que desvestida de sus viejos harapos; esta bailando con su fría desnudez junto a la fiel lluvia, el improvisado jazz de mis grises desvelos. Espíritus que noctambulaban entre copas de añejo whisky, endulzándolo con la sal de vagabundos recuerdos en la penetrante oscuridad.
Negros los cuervos que libres de ocupación, navegan entre las tinieblas tallando como magistrales artistas del renacimiento; lápidas de frío mármol, sábanas que arropan envolventemente el cuerpo, erizando los suspiros del ser; que no quiere rendirse a la fratricida tormenta que impune le asesta perfectas cuchilladas con pasión desmedida, quebrando el alma.
Y el búho que pernocta en la ventana perturbando el sueño, testigo fiel del ulular de un corazón que se exanguina cada atardecer esperando el caos nocturno. Sigiloso el viento que se cuela entre las rendijas del alma, dejando su fértil campo seco y yermo de esperanzas, ocultando los graznidos que devoran cínicamente la psique.