Avientos 

Recuérdame. Sin pudor alguno entre los columpios de la alcoba de esquivos seres donde atar los latidos –mostrados en mis pupilas llenas de nadas, llenas de ti–, en los callos de cuerpos ya cansados de guerras fascistas y cigarrillos de manos prestadas. ¿Jugáremos por fin a ruletas de sábanas mojadas? Porque no veas como aprieta hoy el cierzo… ¡A vientos descontrolados!

Arden… –piden más– cócteles molotov y revolcones en pólvora seca, donde aturdir el papel de fumar a la vera del regazo de tu pecho.

¡De puta madre!

¡Ya llego, ya llego… por fin!

La noche que nos remonta, y me entretiene con tu pelo al carbón cuando te crezcan las carcajadas sobre el polvo en el cual remangar las ropas del colchón por donde desatar tus avientos.

¡Saca las botellas –vacías– de whisky y soda!

Olvidémonos de la miseria y dejemos que choquen los ombligos otra vez, ya que te quedaste a dormir este sábado de cartón y cuatro lunas llenas. Y ya mañana, nos pintaremos la fachada con las frases que sacaron el anzuelo de las pisadas en la calleja donde esgrimimos la bandera del deseo –nuestros miedos– si nos vemos follando los cimientos de la piel entre los soportales de la Cantabria de barricadas y caramelos.

byluis7

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34 comentarios en “Avientos 

  1. Abismal y hermoso, en especial estas líneas que palpitaron fuertemente en mi cerebro: «Olvidémonos de la miseria y dejemos que choquen los ombligos otra vez, ya que te quedaste a dormir este sábado de cartón y cuatro lunas llenas».
    Pola.

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