Si mi vivir es caminar entre galaxias; cada día una cuerda floja que enlaza los planetas que nos conecta entre estos universos, sin un arnés que ate mi libertad; desataré, cortaré, arrancaré, desgarraré,… A mordiscos la soga de la horca que me estrangula con las trenzas de la rutina que asfixia el alma, mi ego.
Equilibrista de mi mundo, malabarista ante el filo de la navaja que corta mi medio limón, sentado saboreando el amargo borde de la corteza, veo el abismo, un mar de balas que esquivo con torpe destreza, a la salida del sol.
Pero dueño de mi circo, domador de las fieras que me atormentan. Trazaré el látigo de mis soles, de los de brillante luz; esos que digo que solo salen en las páginas de viejos libros, que a veces entran por mi ventana, bañan mis mejillas con un calor de esperanza poética, si la de los libros, la del libro de mi vida.
«Si no somos arte, solo somos almas errantes que como camaleones se difuminan en el paisaje».